Día Mundial de la Arquitectura, la mirada a través del objetivo
06.10.2025
- Light & Learn
En cada obra arquitectónica hay un juego constante entre espacio, materia y luz. Y si bien los arquitectos proyectan esos escenarios, son los fotógrafos quienes, a través de su mirada, nos permiten experimentar, recordar y difundir la arquitectura en todo el mundo. La fotografía de arquitectura no es un mero registro visual: es un lenguaje que contribuye a la cultura arquitectónica y que, en su mejor expresión, logra transmitir emoción y habitar el espacio desde la distancia.
En el marco del Día de la Arquitectura, conversamos con fotógrafos especializados en este campo —David Zarzoso, Germán Cabo y Carlo Oriente— sobre su relación con la luz, los retos de la profesión y el papel de la fotografía en la percepción arquitectónica.
La fotografía como puente de cultura arquitectónica
La primera pregunta era inevitable: ¿cómo contribuye la fotografía a la cultura arquitectónica?
“La fotografía siempre ha sido el medio para mostrar al mundo lo que se está haciendo”
Para Zarzoso, la fotografía es también inspiración. Una ventana que invita a viajar, a descubrir nuevos espacios y a seguir creando proyectos motivadores.
“A día de hoy me atrevería a decir que es el principal canal por el que la cultura arquitectónica se traslada a través del tiempo”
En un mundo dominado por la inmediatez digital, Cabo subraya que la fotografía se convierte en archivo, memoria y testigo. Y añade una reflexión crítica: en un contexto saturado de imágenes rápidas, es tarea del fotógrafo conservar la veracidad de las obras y construir el “museo presente y futuro de la arquitectura”.
“La fotografía conecta, como un puente, los lugares con las personas, especialmente cuando están distantes”
Oriente añade una dimensión literaria: el fotógrafo es narrador, cronista, alguien que convierte en historia la experiencia arquitectónica. Sus imágenes son relatos visuales que acercan la arquitectura a quienes nunca podrán vivirla directamente.
Desafíos de un oficio
En esta disciplina, los retos son múltiples y profundamente humanos.
“Cuando llega el día de las fotos te dejan el espacio en bandeja después de todo ese esfuerzo… uno de los desafíos más importantes es estar al nivel de todo ese proceso”
—David Zarzoso
Zarzoso recuerda que detrás de cada encargo hay años de lucha, clientes, materiales y decisiones. El reportaje es la culminación de todo ello, y exige estar a la altura.
“El mayor desafío es el de plasmar, a través de tu experiencia, el concepto de cada proyecto, que en origen perteneció a la persona que lo diseñó, pero que de alguna manera lo haces tuyo”
—Germán Cabo
El fotógrafo no solo documenta: interpreta. Esa subjetividad convierte cada trabajo en un diálogo entre creador y observador.
“Experimentar un espacio en poco tiempo, como si lo conociera en su intimidad más profunda”
—Carlo Oriente
Para Oriente, el reto es casi teatral: entrar en escena, comprender un guion ajeno y a la vez improvisar con la luz y el tiempo disponible.
Fotografía, luz y arquitectura
Si hay un eje común en la mirada de todos los entrevistados es la luz.
“El verdadero lujo de un espacio… muchas veces viene dado por esta relación entre luz y proporción”
—David Zarzoso
Zarzoso resalta su carácter democrático: un recurso que no depende del presupuesto, sino del buen hacer de arquitectos y fotógrafos.
“La luz lo transforma todo… es nuestro cometido extraer la esencia que se respira en cada espacio”
—Germán Cabo
Cabo la define como materia prima: sin ella, no hay fotografía, y en arquitectura, es lo que otorga sentido al espacio en su constante transformación.
“Sin luz, no hay forma. Sin forma, no hay espacio”
—Carlo Oriente
Oriente ofrece la definición más radical: la fotografía, dice, aspira a la luz, la busca sin cesar, consciente de que nunca puede abarcarla por completo.
Pero más allá de lo técnico, la luz es emoción. Zarzoso menciona recursos narrativos —ordenar el espacio, recrear escenas, fragmentar puntos de vista— para generar sensaciones distintas. Cabo habla de activar el sistema límbico, de lograr que en una foto “apetezca estar”. Oriente, en cambio, entiende la fotografía como herramienta de diseño: imaginar cómo la luz atraviesa el espacio para despertar experiencias precisas.
Sensibilidades personales
Cada fotógrafo aporta una sensibilidad particular a su trabajo. Zarzoso describe un estilo en evolución, marcado por la motivación del momento y la influencia de colegas y clientes. Cabo, formado como arquitecto, reconoce que comienza cada reportaje con una visión técnica que luego da paso a una percepción más sensorial. Oriente confía en el instinto: un primer impacto sensorial donde la luz, los aromas y los sonidos despiertan la mirada.
Preguntados por lo primero que les atrapa al llegar a un espacio, los tres coinciden en señalar la luz como detonante inicial. A partir de ahí, su atención se diversifica hacia los detalles constructivos, la vida cotidiana o la aparente simplicidad de un lugar que esconde experiencias más complejas.
La huella deseada
“Alguien que se lo pasó bien haciendo fotos con cierto gusto y sencillez de la mano de personas motivadas por su profesión”
—David Zarzoso
“Me gustaría que, a través de mis fotografías, se generase la sensación de habitar cada uno de esos lugares”
—Germán Cabo
“Que mis imágenes ayudaran a las personas a ver la arquitectura no solo como un objeto estético, sino como una experiencia sensorial”
—Carlo Oriente
La huella que desean dejar estos fotógrafos es diversa, pero todas comparten un mismo trasfondo: transmitir arquitectura como experiencia viva, habitable y emocional.
Capturar la esencia: la arquitectura más allá del objeto
Lo que es evidente es que la fotografía hace permanecer los espacios en el tiempo, de manera que inspiren, informen y aporten a la arquitectura del presente y futuro.
Sus miradas, diferentes pero complementarias, nos recuerdan que la arquitectura no solo se diseña ni se habita: también se cuenta. Y que, en esa narración, la luz seguirá siendo el hilo conductor.